diciembre 23, 2009

¿Cuánto hace que no escribes una carta...?

. 22/12/09


AMOR:

Ya emigraron todas las golondrinas. Los días tienen menos luz y las hojas de los árboles que se iban a caer, se desprendieron. De puntitas se fue el otoño y el desnudo paisaje que dejó, el invierno lo ha cubierto con níveo manto.

Tus cartas cada vez son más espaciadas. Ya no me preguntas qué sucede en nuestra ciudad. ¿Qué te ocurre? ¿La distancia enfrió tu corazón? De cualquier modo quiero que sepas, que ahora aquí reina la inercia. Nos hemos acostumbrado a la rutina y somos tantos que ni nos conocemos.

¿Recuerdas? Antes caminábamos por la Calle Real y no nos faltaba con quien intercambiar saludos. Pero hoy día, casi todos caminamos de prisa, como autómatas. Cada quien rumia sus problemas, cada quien va sumido en sus pensamientos.

No sé por qué entristezco cuando se acerca la Navidad… no me hagas caso. Mis rosales están llenos de botones, un colibrí me visita diariamente, y un par de tortolitas se arrullan en el techado de mi habitación. Ayer vino a casa un gatito únicamente a beber agua. Se dejó que lo abrazara y lo acaricié unos momentos, después, se fue por donde llegó. Te cuento todo esto porque te extraño. Quisiera tener alas y volar hacia ti.

La gente con recursos está adquiriendo como loca, cosas y regalos navideños. En cambio, hay quienes no tienen ni un centavo para pasar el día. Así es la vida de injusta. Igual ocurre con asuntos del corazón. Hay quienes tienen el amor cerca y no lo aprecian, y otros que se pasan la vida deseando hallarlo. Yo debería ser feliz, ya que te llevo en mi alma, pero me inquieta el sufrimiento ajeno… no lo puedo remediar. Me resulta doloroso saber que en esta temporada de amar y regalar, haya quienes carecen hasta de afectos. Si todos pudiésemos -al menos en estas fechas- obsequiarles cariño en memoria del Niñito Jesús, la celebración anual de su Navidad sería sumamente extraordinaria.

Por favor, escríbeme. No seas avaro. Leer tus letras es mi alegría. Saber que aún me amas, mi gran ilusión.

¡Feliz Navidad, vida mía!
Isabel




Comentario:

Como siempre, lo que escribes es muy bello. Pero no es posible que me acostumbre hasta darlo por sabido, porque en cada escrito nuevo me sorprendes más.

Esta narrativa, una preciosa reflexión en forma de carta, también tiene una impecable descripción de los aspectos nostálgicos de las fiestas y por sobre todo, estás logrando transmitir un gran pedazo de tu vivencia personal que permite conocerte aún más.

Nos hablas de ti y de tu entorno, con imágenes visuales como medios para expresar tus sentimientos más profundos, de tu amor por "él" que constantemente está presente y por lo tanto de la forma en que sigues subsistiendo a pesar de la gran herida que aunque cerrada y sin cicatriz quizás, no puede impedir que sigas expresándole a "tu único", tus cotidianidades, tus "día a día" e incluso tus grandes alegrías.

Tu escrito es ejemplificador, pues tus palabras nos hablan de ti... y lo que no dices nos hablan de "él" y siempre trato de imaginármelo, pienso en cómo sería su voz, su carácter, su amabilidad, su trato como esposo y como padre,... Y cada vez que leo lo que escribes medito en cómo podría yo lograr ser así, de modo que mereciera ser amado de esa forma.

El caso es que me dejas con la certeza de que "él" fue "un grande", fue "el hombre" que los hombres deberíamos esforzarnos por ser.

Un beso grande amiga Isabel, con muchísimo cariño. También a tus hijos y a tu familia toda.
Y un beso a Alonsito que es hermoso. Y gracias por compartirlo permitiendo que yo también experimente el emotivo placer de sus primeros pasos y su "dominio" del teléfono... Y su desayuno... Y su primer concierto de guitarra.... Y etcétera.

Y dile al colibrí que te visita, que vuele hasta Mar del Plata y me traiga una pequeña porción de esa magia de cariño que envuelve todo lo que tienes.

Orlando

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