Fueron mías sus fervientes caricias
y la miel que de sus labios brotaba.
En sus brazos conocí mil delicias.
¡Cuánto las disfruté!, él me abrasaba.
Me abrasaba con sus besos y ardicias,
chispas al deseo que despertaba...
Como embrujo de mi sed y codicia,
mi vida fue color, ¡porque lo amaba!
Lo amaba, sí. Sin caer en errores,
hizo mi vivir sucursal del cielo.
Radiante y alegre, como las flores.
Las flores del vergel de lo que anhelo,
a su recuerdo ofrezco con loores.
En esta fría noche... ¡De desvelo!
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