Con mirada excéntrica
lamía caminos elevados
horadados por negras escarchas
Oropéndolas vistosas
colgaban sus nidos
en la luna menguante
Estampida de amapolas
y lluvias patológicas
regodeaban su mente sedienta
En el cosmos,
navegaban néctares
y vientres vacíos
Vapores otoñales envolvían
dentelladas de invierno
Granizos rojos punzantes
cosquillaban los espíritus deshilachados
Una fría noche lo consume
Ídolo vivado por millones de gargantas
y corazones con llantos
Hombre destruido
Tierno niño
Clama por ayuda fraternal
Atlas se la da
Advirtiéndole que es
la última gota de la vida
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