Sentada frente al espejo,
confieso mis sentimientos
y un dolor que ya es añejo.
Dolor de ausencia sin calma,
herida que nunca cierra.
Cicatriz negada al alma...
Amor, ¿por qué tu mutismo?
Sollozo al interrogar,
y grito hundida en mi abismo:
¡Llora, pasión vespertina,
que a tu lluvia enardecida,
cese el mal que me acoquina!
ISABEL
12/11/14
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