La vida hay que vivirla lentamente
sin prisa, sin angustia, sin recelo,
como quien bebe de una pura fuente.
Vivir entre el pasado y el presente,
vivir sólo lo hermoso, el noble anhelo,
sin descorrer el misterioso velo
de lo que ha de venir forzosamente.
Mira la rosa y goza con su encanto,
abre el pecho y el alma a la mañana
y pon tu vida en el amor y el canto.
Goza el frescor que de la noche mana,
trueca en sonrisa la acritud del llanto
y abre al sol y a los vientos tu ventana.
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